El descalabro del Tren Maya, un golpe a AMLO en donde más le duele

Andrés Manuel López Obrador, Presidente de México y Mara Lezama, gobernadora de Quintana Roo en la puesta en marcha del segundo tramo del Tren Maya de Cancún a Palenque en diciembre de 2023. | FOTO ARCHIVO: ELIZABETH RUIZ/CUARTOSCURO.COM
Andrés Manuel López Obrador, Presidente de México y Mara Lezama, gobernadora de Quintana Roo en la puesta en marcha del segundo tramo del Tren Maya de Cancún a Palenque en diciembre de 2023. | FOTO ARCHIVO: ELIZABETH RUIZ/CUARTOSCURO.COM

Las tres obras emblemáticas emprendidas por el gobierno de Andrés Manuel López Obrador son el Aeropuerto Felipe Ángeles (AIFA), la refinería de Dos Bocas y el Tren Maya. A todas las une haber rebasado los costos inicialmente planteados.

El AIFA es un fracaso como alternativa para viajar por la falta de infraestructura complementaria que eleve su eficiencia. Dos Bocas es un proyecto inconcluso cuya realidad de producción está lejana. El Tren Maya, posiblemente el más “querido” por el presidente, se encuentra inconcluso, ha significado destrucción de la selva, los cenotes, ríos subterráneos, daño ecológico y ahora sabemos que es una fuente de corrupción, puesta en evidencia por la Auditoria Superior de la Federación.

El pasado 25 de marzo el Tren Maya se descarriló cuando el vagón 4 del tren 006 llegaba a la estación Tixkokob, en Yucatán, perteneciente al tramo 3 de la obra, circulaba a 10 kilómetros, solo se salió de la vía, se mantuvo intacto, no hubo personas lesionadas, pero sí molestias para los usuarios que se trasladaban a Cancún.

El acontecimiento generó comentarios sobre la seguridad del Tren Maya, la calidad de sus vagones, la infraestructura que se construyó para su operación y los materiales utilizados. El especialista, Sergio García, consultado sobre el tema comentó al portal La Silla Rota: “El percance pudo haber sucedido primero por falta de balasto o por una cuestión de calidad del mismo material. Otra, la más probable, alguna aguja abierta, un cambio mal operado, mal cerrado que, a la hora de querer cambiar de vía, la rueda entró en la hendidura del cambio, el sapo no estaba bien cerrado y seguramente se atoró la rueda y por eso vino el descarrilamiento”.

Activistas opuestos a la construcción del Tren Maya comentaron que han visto durmientes cuarteados y rieles oxidados en el área del descarrilamiento, lo que los lleva a cuestionar la calidad de los materiales utilizados en la obra.

La reacción del gobierno fue de aparente sorpresa. El presidente López Obrador informó en su mañanera que “se está haciendo una investigación porque sí está raro, hubo en la estación un error humano, no hubo cambio de vía y se está buscando para ver si fue algo intencional o fue un error de los responsables del manejo de las vías”.

La realidad es que la Auditoria Superior de la Federación (ASF), como resultado de la auditoria que realizó al tramo 3, donde sucedió el descarrilamiento, advirtió a principios de febrero sobre las deficiencias de la obra, los malos materiales empleados en la construcción, los sobre costos, omisiones en el diseño y presumibles actos de corrupción.

La ASF dictaminó en su informe que evaluó la construcción de la plataforma y la vía del Tren Maya en el tramo 3, que va de Calkini a Izamal, encontró “deficiencias en la construcción de la “superestructura vía férrea”, en los pasos vehiculares y en las estructuras adicionales, que incluyen accesos, caminos auxiliares, pavimentos, guarniciones y señalización.”

Señala la ASF que “En la plataforma de la vía férrea se observaron durmientes que presentaban desprendimientos de concreto; en la estación Izamal se observaron durmientes con distanciamiento diferente al requerido de 60.0 cm; trabajos deficientes en tapas, marcos, registros, tuberías y rellenos de los trabajos del sistema de señalización y comunicaciones”.

La ASF también determinó que el balastro, la piedra vendida a la secretaria de la Defensa Nacional, tampoco cumplió con las normas requeridas y en la misma condición se encontró la terracería a nivel subbalasto, las obras de drenaje y los pasos de fauna.”

Además, “no se comprobó el porcentaje del costo indirecto pagado a la supervisión externa, por lo que se determinó como causa raíz probable de la irregularidad: falta de supervisión en la ejecución de los trabajos”.

En diez auditorías realizadas al Tren Maya, la ASF detectó probables daños al erario por 785 millones 260 mil pesos, por parte de Fonatur durante la construcción de la obra insignia de López Obrador. (El Universal, 27 de marzo de 2024)

Sucedió el descarrilamiento del Tren Maya. La secretaria de la Defensa Nacional le dice “interrupción del flujo”. El hecho es que se salió de las vías y ahora se ocupan en “investigar” y siembran la sospecha de un posible “sabotaje” o fue un “error humano”.

En realidad, el descarrilamiento es responsabilidad de la improvisación, la planeación deficiente, escasa supervisión de expertos, inexperiencia de los constructores y demás, pero sobre todo la imposición de la voluntad y ocurrencia de López Obrador que, desde su abuso del poder, impuso su criterio y hoy la Nación paga las consecuencias de no saber decirle al presidente que lo que propone no es viable.

El descarrilamiento es consecuencia de hacer que el Ejercito lleve a cabo labores que no le corresponden. El suceso demuestra que saben obedecer, pero no saben construir, ni denunciar los actos de corrupción, hechos públicos en los medios. Tenemos un problema. Esto recién empieza.

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